Kowalski no es un pingüino, no es un jubilado armado, no huye en Vanishing Point, no es una canción de Primal Scream. Y es todo eso a la vez. Sin criterio alguno publica fotografías y artículos sobre música, telebasura, literatura o lo que sea.

lunes, 15 de marzo de 2010
Live in... (1. Morrisey, Festival de Benicàssim, 2008)
Engreído, hipnótico, provocador, magnético, vegetariano radical, medio gentleman que se arrodilla a besar una mano, medio marrullero barriobajero que te reta a una pelea a puño descubierto en cualquier callejón. Ese es Morrisey, excesivo, barroco, pero tierno y lírico. Suele caer mal, su voz roza el histrionismo y una constante sobreactuación casi de cupletista, en otro sonaría a ridículo. Morrisey es bizarro, excéntrico, chulo. Ok. Entonces, ¿por qué no puedo evitar pasar hora y media enganchado a su show? Porque es soberbio, porque sus canciones están esculpidas en la mejor tradición del Manchester Sound y porque, de vez en cuando, deja caer alguna perla de sus añejos Smiths. Y porque en su discografía hay obras de arte como Kill uncle, Viva hate o Vauxhall and I. Y punto, que tampoco hay que estar justificándose siempre.
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Mi favorito de Morrisey es "Southpaw Grammar"... qué tio.
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